NOTA ROJA
Actualizado: 6 abr 2021
Armando G. Ureña, Torreón, Coahuila, 1991
Sobre la acera yace la sangre de alguien desconocido y por tanto un ser sin importancia, un desafortunado que le tocó pasar en el momento menos indicado. La gente se asoma, cuchichea, mete sus dedos en los agujeros de bala, de las paredes, del cuerpo. Mancha sus suelas del líquido carmesí y la esparce de una calle a otra como si nada, del centro de la ciudad a las periferias pintando de rojo la ciudad entera. Autos vienen, persona van, los policías se entretienen. Todos vieron, nadie vio.
“Hagan espacio” dicen, “HAGAN ESPACIO” gritan, todo para observar un espectáculo finiquitado. Mañana será cosa de otro día, fuera de las maravillas de este mundo de nota roja, pero por ahora agolpados frente a un cadáver y la sangre derramada que se va por la coladera, mientras en tumulto exudan un morbo babeante. ¿Qué se puede esperar si es lo que busca la ciudad expectante? Noticias con las qué entristecerse, enojarse y quizá en un futuro no muy lejano alegrarse.
Puedo imaginar los titulares, en aquellos periódicos de nota roja, y entre más los imagino más gracia me da: “SE FUE CUANDO SE VINO”, sin embargo eso está mal, no te debes burlar de los muertos, bueno al menos eso dicen, porque igual me estoy riendo. El día en que a alguien se le ocurra censurar las fotos de los cadáveres, el día en que un quejoso decida que no es bonito poner descabezados en las portadas, ese será el día en que los periódicos se irán a la mierda, excepto por esas páginas dobles con esas chamaconas en paños menores.
Dejará de tener sentido para un transeúnte como yo que se dirige por emociones, no razones y siendo así ¿Cómo es que yo voy a dar opiniones? ¿Cómo voy a juzgar, si no es por simples emociones? Déjale las razones a los que piensan ¡Denme emociones! ¡Excítenme! Cinco, diez, quince. Los segundos avanzan. Quince, diez, cinco, la gente que se desvanece de la escena. Sólo quedamos los que pedimos, los que exigimos emociones sin censura.
El ruido también se extiende, también es pintura. Un teléfono descompuesto que baña la ciudad. Así es más divertido. El ánimo voraz disminuye como el ruido que hacen las balas a lo lejos y la gente esa recuerda que tiene vidas que penden de un hilo. Toman sus motocicletas, suben a sus autos, encienden sus cigarros, retoman sus compras o vuelven a sus trabajos y yo me pregunto ¿Qué carajo hacía aquí? como sea, mañana hay fútbol.
_________________________________________________
Acerca del autor
Armando G. Ureña (Torreón, Coahuila, 1991)
Diseñador gráfico de profesión, historietista, guionista, intento de escritor y lo que vaya apareciendo por el camino. Transeúnte de las calles de Torreón desde hace 29 años.
Comments